12 noviembre 2007

Una clase en alemán

Ya no puedes más. Tratas de escuchar pero tan sólo oyes. Tratas de oir y tan sólo imaginas que lo estás haciendo. Hay una capa cada vez mas gruesa entre tu cabeza y el entorno. Empiezas a cerrar los ojos, sí es que no están ya cerrados, y abrirlos es una tarea tan difícil como para un pájaro volar para atrás. Quieres volver pero realmente no quieres hacerlo. No por ti. Talvez por los otros, que esperan tu presencia en 5 sentidos y no en una mutación de ellos. Todo se desvanece, se esfuma. De lo que antes era palpable, tan sólo se queda su murmullo, siempre reconfortante. Quieres quedarte ahí, acariciado por la nada y por el todo, por el entorno que cada vez es más profundo y a la vez más pequeño. No sabes si hay algo ahí afuera, o si todo está fuera de ti. No hay posibilidad, luchar no tiene sentido. Sería tan sólo un engaño mal logrado. La voluntad, desgraciadamente, va oscilando entre el querer y el poder, multiplicado por una exponencial negativa. ¿Se puede llegar en algún momento en que el poder y el querer sean constantes y siempre los mismos?
Talvez haya una manera de salir de aquí. ¡Anda, abre los ojos! Uno, si quieres, y luego el otro. No es necesario que el mundo reexista. Tan solo debes conseguir que la pluma morada haga algo insensato sobre la hoja relativamente amarilla. Amarilla, sin sabor. O blanca muy vieja. O algunos de esos colores, los cuales desconozco. Así, como desconozco lo que acabo de escribir. Tres minutos. Talvez mi cabeza vuelva a su lugar y pueda comerse esa capa que se desvanece poco a poco. Dos minutos. No quiero volver. Pero debo. Ya no por ellos pero por mi. ¡Cómo me gusta gritar sin hacer ruido alguno! Se acabó. Allá voy.

1 comentario:

yoni rei dijo...

pues bien todo, muchas tareas y cosas. yo también te quiero mucho, y te extraño. besos.