08 mayo 2008

Contar cualquier cosa

Cuando el dolor nos acecha, cuando nos descubre impotentes e indefensos.
Cuando al regresar a casa, te quedas completamente solo, igual que la noche anterior.
Sólo ahí te das cuenta del poco -o ineistente- control que tienes o pudieras tener de tu vida.
Cuando te retuerces, empiezas a enloquecer. Empiezas a contar, no ovejas, cualquier cosa, números simplemente, para ahogar el ruido de tus gritos desesperados. Contar cualquier cosa para poder gastar las últimas energías del cuerpo, para poder caer rendidos en los suenos, buscando no despertar hasta el día siguiente, para regresar al mundo del dolor, de lo efervescente.
Cuando no hay nada que nos recuerde la imperfección, dejamos de disfrutar como deberíamos. Pero es la naturaleza de las cosas quizás.

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