Frühling ist angekommen

Bajando por las escaleras eléctricas, con destino al metro para ir a mi casa, me tocó ser ahora el espectador. Ahí estaban ellos, besándose, abrazándose, mirándose como si fuera la última vez, subiendo con el paso inevitable del motor de las escaleras, sabiendo que uno de ellos partiría, se subiría al tren y el otro se quedaría ahí, esperando, viendo como su amado avanza y diciendo te quiero sin poder ser escuchado, pero sabiendo que el sonido no es necesario en lo absoluto. Separándose dolorosamente, sabiendo que su fin de semana de sueño acabo, que no fue un sueño y sin embargo fue lo mejor que pudo haberles pasado. Qué días, soleados, con viento. Días de ir a la orilla del río, de tenderse sobre cualquier cobija roja y abrazarse, y mirarse profundamente a los ojos y sentir que el resto del universo gira a su alrededor y que nada y que todo es posible.